Cuando el árbol conoció la navidad
Hay muchas teorías en torno a cómo el abeto o pino llegó a tener la importancia que tiene hoy en torno a las fiestas navideñas. En esta ocasión, el post iniciará por los ritos y festejos pre-cristianos en el norte de europa, la llegada de los primeros evangelizadores católicos, el proceso de transformación de las costumbres y finalmente el significado que hoy en día tiene el árbol navideño tal como lo conocemos.
Todo empezó con los
pueblos del norte de europa. La tradición germánica del Lichtenbaum (árbol
de luz) se vincula a los ritos de la luz del rayo. En las épocas paganas se
veneraba a Thor (Dios nórdico del trueno) ofreciéndole sacrificios de animales en
un roble. Pues por ser un árbol bastante alto, atraía los rayos con facilidad.
En la Antigüedad, se pensaba que el rayo era de procedencia divina; por ende,
todo aquello que lo atrajera debía ser sagrado.
Cuando la iglesia
católica empezó la evangelización de los pueblos del norte de europa (Celtas,
Escandinavos y Germánicos) intentó erradicar las tradiciones de hacer
sacrificios de sangre y de veneración de ciertos elementos. Ante la
imposibilidad de erradicar en su totalidad ciertas costumbres, se optó por
adoptarlas y transformarlas brindándoles un contexto cristiano.
Se dice que en el siglo VIII, San Bonifacio (680-754, evangelizador de Alemania), encontró a un gran número de pobladores iniciando el rito de sacrificio en un roble consagrado a Thor en la región de Hessel. Esto tenía lugar cada año durante el solsticio de invierno. Bonifacio taló el árbol ante la mirada atónita de los lugareños, éste al caer aplastó muchos arbustos, y al haberse salvado un pequeño abeto el santo dijo: “He ahí el árbol del Señor; llamadlo desde ahora árbol de Jesús” (Ecce arbor Domini; vocate illum abies Yhesu). Tras leer el evangelio, les presentó al abeto como un árbol de paz que "representa la vida eterna porque sus hojas siempre están verdes", porque su forma cónica representa la santísima trinidad y porque su copa "señala al cielo".
La idea era que al transformarse en cristianos, en vez de ofrecer la sangre de animales inocentes como sacrificio, ellos mismos ofrezcan su corazón al Señor.



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